La historia: La agencia de adopción y acogimiento temporal evangélica más grande de los EE. UU. ha abandonado su postura anterior basada en la moral bíblica y dice que ahora colocará a niños con parejas abiertamente homosexuales y transgénero.
Antecedentes: Bethany Christian Services anunció el lunes que, con vigencia inmediata, comenzaría a brindar servicios de adopción a padres LGBTQ en todo el país.
Según The New York Times (en inglés), la organización evangélica con sede en Michigan anunció el cambio a unos 1500 colaboradores a través de un correo electrónico firmado por Chris Palusky, presidente y director ejecutivo de la organización. “Ahora ofreceremos servicios con el amor y la compasión de Jesús a los muchos tipos de familias que existen hoy en nuestro mundo”, escribió Palusky. “Estamos adoptando un enfoque de ‘manos a la obra’ en el que todos son bienvenidos”.
Desde el 2007, la declaración de la postura de la organización decía que “el diseño de Dios para la familia es un pacto y un matrimonio de por vida entre un hombre y una mujer”. El pasado mes de enero, sin embargo, esa política fue eliminada por la junta directiva. La nueva política establece que “los cristianos de buena fe pueden estar razonablemente en desacuerdo sobre varios temas doctrinales, sobre los cuales Bethany no mantiene una posición como organización”.
Nathan Bult, vicepresidente senior de asuntos públicos y gubernamentales de Bethany, le dijo al Times que la junta actual incluye miembros con “opiniones personales diversas sobre la sexualidad”.
¿Qué significa esto? En la novela de Ernest Hemingway titulada Fiesta, Bill Gorton le pregunta a su compañero veterano, Mike: “¿Cómo te fuiste a la quiebra?”. Mike respondió: “De dos maneras. Poco a poco, luego de repente”.
Esa es también la forma en que tiende a ocurrir la bancarrota moral.
En el 2019, Palusky escribió un artículo de opinión para Christianity Today explicando por qué su organización estaba cediendo a las demandas del estado de colocar niños con parejas homosexuales. Palusky explicó que su organización todavía creía que la Biblia es la Palabra viva de Dios y también en el plan de Dios para el matrimonio y la familia tal como se describe en las Escrituras.
“Al mismo tiempo, tenemos claro que Bethany no puede ceder el espacio de acogimiento temporal por completo al mundo secular y dejar a los niños sin la oportunidad de experimentar a Jesús a través de nuestro amoroso cuidado”, agregó Palusky. “Por lo tanto, continuaremos las operaciones de acogimiento temporal en Michigan y brindaremos servicios a todas las familias en Michigan para la acogida temporal y la adopción de conformidad con los requisitos de nuestro contrato”.
Bethany enfrentó la difícil decisión de cumplir con el estado y continuar sirviendo a las familias, o arriesgarse a cerrar sus puertas. Al mismo tiempo, la agencia St. Vincent Catholic Charities, otra agencia privada de colocación de niños, enfrentó la misma decisión que Bethany. La diferencia entre los dos grupos es que St. Vincent se negó a doblegarse ante un gobierno estatal opresivo e injusto. Debido a que el grupo católico se negó a dar marcha atrás, obtuvo una victoria temporal y mantuvo su credibilidad moral.
Como escribió recientemente uno de los miembros del Consejo de TGC, Albert Mohler:
“[St. Vincent Catholic Charities] se vio obligado a tomar la decisión. Podía representar la doctrina y la teología católica, o podía continuar su ministerio. Decidió mantener lo católico de las organizaciones benéficas católicas. Sin embargo, lo que vemos en el caso de Bethany Christian Services es que la parte a la que han renunciado es en realidad la convicción cristiana. La parte que han decidido retener es la de los gobiernos a nivel estatal y local y, de hecho, posiblemente a nivel nacional que ahora están satisfaciendo las demandas de los revolucionarios morales”.
Bethany inicialmente tomó un camino diferente, eligiendo ceder gradualmente. En el 2019 acordaron ubicar a los niños con parejas LGBTQ en estados y localidades donde así lo requiriera el gobierno. Sin embargo, casi exactamente dos años después, de repente se produjo una concesión completa. Bethany ha decidido comenzar a colocar a los niños con esas parejas aún en localidades donde el gobierno no los obliga a hacerlo.
La primera concesión fue algo comprensible. Obligados a elegir entre la inmoralidad de colocar a los niños en hogares LGBTQ y no ayudar en absoluto a los huérfanos, optaron por cumplir con el gobierno. Pero la última decisión no se tomó por una obligación externa, sino por una falta de convicción bíblica dentro de la organización.
¿Por qué Bethany se rindió tan fácilmente? Quizás porque sabía que a los cristianos no les importaría.
Como señala Religion News Service (en inglés): “Al tomar su decisión, Bethany encargó a Barna Group, una firma de encuestas cristianas, que averiguara las opiniones de los cristianos sobre las adopciones LGBTQ. Barna descubrió que el 55% de los cristianos dijo que la preferencia sexual no debería determinar quién puede acoger o adoptar, o que era mejor para los niños estar en un hogar LGBTQ que en hogares de acogida”.
La encuesta también encontró que el 76% de los que se identificaban a sí mismos como cristianos estaban de acuerdo, hasta cierto punto, que sería mejor para las agencias cristianas cumplir con los requisitos gubernamentales que afectan a las personas LGBTQ que cerrar sus puertas.
Esto se está convirtiendo en un patrón desafortunado entre los cristianos en Estados Unidos al día de hoy. Estamos dispuestos a defender nuestras convicciones hasta que resulte costoso. Estamos dispuestos a tener principios hasta que implique perder. Luego consideramos que no solo está justificado, sino que es casi obligatorio revisar nuestros principios si eso nos permite mantener el poder o la influencia. Pudiera parecer que casi no hay ninguna convicción moral que no estemos dispuestos a abandonar si creemos que el resultado final es justificado.
En lugar de consultar encuestas de opinión, deberíamos consultar la Palabra de Dios. Allí encontraríamos a Santiago diciéndonos: “Bienaventurado el hombre que persevera bajo la prueba, porque una vez que ha sido aprobado, recibirá la corona de la vida que el Señor ha prometido a los que lo aman” (Stg 1:12). Escucharíamos a Pablo decirnos: “No nos cansemos de hacer el bien, pues a su tiempo, si no nos cansamos, segaremos” (Gá 6:9).
La Escritura es clara: los cristianos no están llamados a ganar. Estamos llamados a perseverar. Si bien podemos perder la batalla, nunca debemos abandonar nuestra lealtad a la moral bíblica por lo que percibimos como un bien mayor.
Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Equipo Coalición.
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